domingo, 7 de octubre de 2012

A treinta años de la Masacre de Cantaura


Compañeros, vamos a descansar que mañana continuaremos con nuestras conversaciones muy temprano, dijo el Catire.
Recuerden que en estos curso de formación política, lo primero es que apliquemos todo lo que se aprende, en la lucha revolucionaria... es nuestro deber estar siempre dispuestos a entregarnos a esa lucha con todas nuestras energías, pero también debemos recobrarlas, por lo que es mejor descansar después de un largo día como ha sido este fin de semana en que nos hemos dedicado por completo a la instrucción. Se habían discutido alternativas posibles, nuevas propuestas y líneas de acción y la campaña de alfabetización de obreros y campesinos. . . . Mañana nos levantaremos temprano para que cada uno retorne a sus respectivos hogares y se encarguen de las labores que se les han encomendado y les deseo éxito en ello.
Había sido un fin de semana largo donde las cuarenta y un personas que se habían reunido, habían conversado sobre las propuestas de las Brigadas Rojas el grupo que había fundado Américo Silva, junto con otros compañeros. Era la reunión de uno de los grupos guerrilleros que quedaba en Venezuela, el Frente Américo Silva, no tenían armas ya que la gran mayoría eran jovenes estudiantes universitarios que venían de diferentes zonas del país.
Eran las cinco de la mañana, del día 4 de Octubre de 1982, el fogón debajo de un árbol frondoso, en Los Changurriales allá en Cantaura, se encendió para preparar el café y algo mas para desayunar, todos estaban animados, preparados para su retorno, que se iniciaría en pocas horas, todos estaban tranquilos, habían descansado lo suficiente, Sor Fanny con su alegría le decía a sus compañeros que se alimentaran bien, el retorno seria para muchos un largo viaje, por lo que era necesario, Diego, Baudilio y Julio César eran los encargados de llevarles en grupo, por se conocedores de la zona, de manera que no fueran detenidos por las policías represivas, todos estaban preparándose para su partida.
La DISIP, que tuvo en su grupo de formadores, al sangriento asesino Luis Posada Carriles, mercenario de la CIA, ya sabía de la presencia de esas personas, tenían dos infiltrados dentro de las filas guerrilleras, los cuales habían informado de la reunión y por lo tanto se había planeado un operativo para limpiar la zona de los rebeldes y terroristas, para lo cual el la Fuerza Aérea tenía destinado aviones y helicópteros para actuar en el momento en que se diera la orden, .... Arpad Bango y Henri Lopez eran los encargados del operativo, como comisario de la DISIP el primero, y el otro como delegado presidencial. Esperaban la señal de los infiltrados, para actuar, y esta llego con el alba, las coordenadas entonces fueron enviadas con la orden de ataque al comando aéreo, que se encargaría de la primera barrida.
Apenas eran las 5 y treinta, y ni siquiera dio tiempo para saborear el café. El rugido de los aviones camberras y el trueno de bombas y metrallas caía como torrencial chaparrón sobre la humanidad del grupo de revolucionarios y combatientes. Aquellos montes conocidos como Mare mare o Los Changurriales, a pocos kilómetros de Cantaura fueron el escenario de una masacre.
Toda la furia y el odio de un gobierno opresor descargó sus armas para acabar en minutos con 23 vidas de jóvenes, comprometidos y animados para la lucha revolucionaria. No hubo compasión. Nadie la pidió. Fue una masacre. Un acto cruel. Propio de los gorilas militares que se habían apoderado de nuestra América. Una vil y sangrienta emboscada planificada y ejecutada por los miembros de la DISIP: Remberto Uzcátegui, Henry López Sisco, autor de la masacre de Yumare, y Arpad Bango. El Ministro de la Defensa era el general Luis Narváez Churión y presidente de la República, Luis Herrera Campins.
Uno de los pilotos fue el ahora General de División y Comandante General de la Aviación del Gobierno Bolivariano, Róger Cordero Lara, quien se lanzara a candidato por el PSUV en el estado de Guarico en el año 2010.
Luego vino el ametrallamiento con los helicópteros artillados y ametralladores calibre .50, barriendo los que los bombardeos no pudieron hacer, y mientras tanto las fuerzas terrestres de los Cazadores al mando del General José Murga, y los comandos de la DISIP y la PTJ ingresarían al campamento para terminar la masacre, cercando y asesinando a los que escaparon del bombardeo, no hubo heridos ni detenidos, por lo menos 14 de los jóvenes fueron rematados con un tiro de gracia.
No tenían armas, pero eso no importaba habia que liquidarles a como fuera :

Roberto Antonio Rincón Cabrera, (alias Sergio y El Catire, Primer Comandante del Frente FAS);
Enrique Jose Márquez Velásquez (alias Florencio, Segundo Comandante);
Emperatriz Guzmán Cordero, (alias Sonia o Chepa, Tercer Comandante);
Sor Fanny Alfonzo Salazar (alias Patricia y Pat, Miembro de la Comandancia);
Carlos Jesús Arzola Hernández;
José Miguel Núñez, (alias Rivas, zanahoria y el españolito);
Mauricio Tejada (alias Plaza);
Carmen Rosa García, (alias Rosi);
Ildemar Lorenzo Morillo (alias Rafael);
Carlos Alberto Sambrano Mira (alias Jaime);
María Luisa Estevez Arranz (alias Natacha);
Antonio María Echegarreta Hernández; (alias Ramón)
Beatriz del Carmen Jiménez, (alias Maira);
Baudilio Valdemar Herrera Veracierta (Robin);
Jorge Luis Becerra Navarro, (alias Gilberto);
Eumennedis Ysoida Gutiérrez Rojas, (alias Heidi);
Diego Alfredo Alfonso Carrasquel (Alejandro);
Luís José Gómez (Pomponio);
Eusebio Martel Daza (alias Domingo);
Rubén Alfredo Castro Batista;
Nelson Antonio Pacín Collazo;
Julio César Farías Mejías (alias Miguel)
José Isidro Zerpa Colina.

. . . . no tuvieron oportunidad de sobrevivir. . . . no tuvieron oportunidad de escapar. . . no tuvieron oportunidad de nada.
En medio de la masacre, y por una orden de retirada, un grupo logró escapar, son los sobrevivientes que relatan la historia de la masacre, y que han luchado por que la justicia condene a los culpables, relatan que en el operativo participaron mas de 1500 elementos de las fuerzas represivas. Los traidores infiltrados eran hermanos, de apellido Robanales.
Los cuerpos fueron masacrados, torturados, agredidos a culatazos, al Catire lo fusilaron, pero antes le pidieron que se hincara, a lo cual se negó diciendo que los hombres mueren de pie.
Al exhumarse los cuerpos se ido demostrando la tortura y la violencia con que fueron tratados, pero la causa judicial no camina hacia el reconocimiento de la masacre, la DISIP hizo desaparecer documentos esenciales para la investigación, pero en el sentimiento de los familiares y sobrevivientes existe la esperanza de que se hará justicia en algún momento.












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