viernes, 15 de enero de 2010

Una carta abierta de mi amiga Maria Gabriela Alvarez a todos.


Vienen a mi mente los nacimientos de mis dos hijas, y con ello afloran recuerdos guardados en mi corazón como un tesoro. Hasta hoy estaban callados, pero surgen porque siento que parte de la historia que nos disponemos a escribir los y las costarricenses la había escrito ya en la mente de ellas desde que vieron la luz del día.

A ambas las eduqué para ser profesionales, capaces de tomar decisiones en el andar de su propia vida y la de aquellas personas con las cuales iban a compartir sus rutas… No eran sueños tejidos en soledad; la urdimbre la entrelazamos muchas mujeres y hombres de mi generación en distintas partes del país y más allá de nuestro territorio.

Mis hijas pertenecen a una generación que creció de manera muy distinta a sus madres y padres; desde la primera infancia mujeres y hombres compartieron la educación; se aprendieron a ver a sí mismas y a sí mismos como iguales; a competir entre ellos y ellas, pero, también a compartir, a crecer, a respetarse sin diferencias basadas en el género.

Hoy se aprestan a ir a una elección en la que tendrán que decidir cuál es el país que quieren para sus propios hijos e hijas. Su definición estará marcada por lo que aprendieron en el transcurrir de su vida, por el aprendizaje en la casa, y sobre todo por el conocimiento propio y la vivencia personal respecto a la igualdad de derechos de hombres y mujeres.

Por primera vez, esta nueva generación y quienes estamos atrás de ella tendremos la oportunidad de elegir a una mujer, una mujer igual que ellas y nosotras, una profesional que tomó su decisión de incursionar en el mundo de la política, y hacer política porque realmente cree que la política sí es un tema de mujeres. Esa convicción la llevó a preocuparse por los demás, a preocuparse por la gente de este país, y por eso lucha por ser la Presidenta de Costa Rica.

Esa mujer que aspira hoy a la Presidencia de la República necesita que todos, sobre todo nosotras las mujeres, recordemos que la historia se desarrolla formando parte de ella; y que los cambios que un país necesita no necesariamente son aquellos que conllevan una transformación brusca de la realidad, destruyendo la obra de quienes han construido las cosas buenas de las cuales gozamos todos.

Hoy menos que nunca podemos olvidar que la verdadera evolución de un ser humano o de un país se realiza a partir de todo lo bueno que han forjado las generaciones anteriores.

Votar el domingo 7 de febrero por Laura Chinchilla Miranda va significar que este país ha tomado conciencia de que darle esta enorme oportunidad de servicio a una mujer, a una madre, a una profesional, significará abrir un estilo de poder, más sincero, más cálido, más transparente, más honesto, más maduro.

Desde luego, llevar a una mujer al poder beneficiará también a los hombres de esta patria, esta patria que sabe que no solo debe caminar hacia adelante, sino que decide ir tras la estrella que nos debe guiar, la cual no es ni más ni menos que la búsqueda del beneficio de las mayorías de país. ¡Qué hermoso pertenecer a un país que supo que el cambio YA, realmente es tener una Mujer Presidenta!

 Gabby Alvarez Alvarado 15-01-2010