domingo, 30 de enero de 2011

CRISIS DEL MATRIMONIO…CRISIS DE LA SOCIEDAD


Colaboracion de Jose Luis Pacheco Murillo, a quien Cecilia y yo le debemos mucho en nuestros 25 años de matrimonio.

Este año se nos vuelve a informar sobre la cantidad de divorcios que se dan en Costa Rica y se hace un análisis comparativo con lo sucedido diez años atrás. Las cifras son escalofriantes y para quienes creemos en el Matrimonio y en la vivencia de valores que lo fortalezcan,  son además, preocupantes.
 ¿Qué pasa en el matrimonio que no permanece? Muchas preguntas más podemos hacernos. Lo importante son las respuestas  y esas respuestas pocas veces conocen.
Existen razones claras por las cuales hoy vivimos esta calamidad en el Matrimonio y es importante que  se manifiesten para que quienes estamos casados y quienes pretendan casarse sepamos qué es el matrimonio y cómo vivir en el Matrimonio.
1.- El matrimonio NO ES SOLO UN CONTRATO LEGAL PURO Y SIMPLE, como en general se ve (visión jurídica). Es por ello que se ha incrementado el vínculo civil más que el religioso y precisamente por ello el incremento de divorcios. Como no nos ponemos de acuerdo simplemente rompemos el contrato y se acabó. Usted por allá y yo por acá (¿y los hijos?). EL MATRIMONIO ES UNA VOCACION (visión espiritual), es decir, es un llamado a un estilo de vida UNICO E IRREPETIBLE. No todos los seres humanos estamos llamados a este estilo de vida. Hay diferentes vocaciones y al desconocer esto no tengo claro de cuál es la  mía y como todo el mundo se casa entonces yo también (Vicente hace lo que diga la gente) y por eso viene el fracaso. NO TODOS ESTAMOS LLAMADOS A UNA VIDA EN MATRIMONIO. Si su vocación es un estilo de vida en soltería, vívala plenamente, si su estilo de vida es consagrado a un servicio religioso vívalo. NO SE CASE.
2.- Para el matrimonio lo mismo que para cualquier profesión a la que Usted se vaya a dedicar requiere de una preparación, de una formación tal que le permita cumplir a cabalidad con el propósito previsto. ¿Quién se prepara conscientemente para el matrimonio? No por cumplir un requisito.  ¿Desde cuándo se debe iniciar esa preparación?  Se deben preparar todos aquellos que sientan ese llamado, esa vocación a ser pareja en matrimonio  y esa preparación debe iniciarse 20 años antes de nacer (sentido figurado para darle la importancia que merece). Si hay algo que requiere preparación es el matrimonio ya que las demás profesiones Usted puede dejar de ejercerla,  en cambio,  el matrimonio se  acaba (debería) hasta que la muerte nos separe, es decir, se debería ejercer por siempre. El problema es que además de no prepararnos adecuadamente por un lado, por el otro, recibimos una formación subliminal (desde niños) en contra del matrimonio, desde la propia casa (los hombres con los hombres, las mujeres con las mujeres, los hombres no juegan de casita, escuelas de hombres y de mujeres, las mujeres no juegan con carritos, chuchingas, marimachas) o a través de los medios de comunicación (películas, obras de teatro, canciones, periódicos) dándole énfasis a aquello que separe más que lo que une, por ejemplo, con cuanta pompa se divulga un divorcio famoso, más que un matrimonio. Cuanta divulgación recibió el anuncio de ser gay más que el de una pareja que decide casarse.
3.- La meta del matrimonio no es la felicidad (a pesar de que en todos los brindis por los “novios” (esposos) se hace por la felicidad de los recién casados). Cuando hay una adecuada preparación se entenderá que la meta del matrimonio no es la felicidad sino LA UNIDAD. El matrimonio es la relación ideal para hacer manifiesto el deseo de Jesucristo: QUE TODOS SEAN UNO COMO TU Y YO SOMOS UNO. La unidad no se manifiesta porque vistan igual o deseen pensar igual. La unidad se manifiesta porque a pesar de las diferencias que tenemos, hombres y mujeres, en el matrimonio lo que se da es una aceptación de la persona en su totalidad, con sus virtudes y sus debilidades. No se puede suponer que el matrimonio sea para que una persona invisibilice a la otra o la degrade a tal punto que la vea como una cosa y la trate como tal. La aceptación de uno y otro es un proceso, a veces doloroso, en el que solamente el amor puede hacer que se produzca y que al lograrlo, se haga realidad esa unidad. No es cambiar a la otra persona,  es aceptarla tal y como es. La creencia de que una vez que nos casamos yo cambiaré a la otra persona es algo de lo que más contribuye a que el divorcio se produzca irremediablemente. El cambio no se produce NUNCA de afuera hacia adentro, solamente si yo deseo cambiar una actitud o un patrón de comportamiento lo hago, nadie me puede obligar a eso. El asunto está en que la formación que recibimos desde niños ha sido muy diferente, procedemos de hogares diferentes con creencias y actitudes diferentes y precisamente por eso SOMOS DIFERENTES, pero con grandes posibilidades de  ACEPTARNOS Y AMARNOS ASI COMO SOMOS. Esos son los errores en los que  muchas parejas caen y son los que producen las decepciones, desilusiones y por los que vienen las rupturas, las separaciones y los divorcios. Por eso,  solo la formación adecuada hará que las parejas tomen conciencia de que el matrimonio no es un lugar sino,  que es una relación entre iguales en la que el amor debe prevalecer y que se manifiesta a través de la aceptación del uno y del otro. Las diferencias no desaparecen, solamente se aceptan y esa aceptación permite la convivencia y especialmente el crecimiento personal de cada uno. 
4.- ¿Cuál es ese amor que permite la aceptación? Las cosas no son como se pintan. Lo primero es entender que el enamoramiento es un estado transitorio. Nadie se enamora para siempre. Ese estado se ha comprobado que tiene una duración que no va más allá de los tres años. El enamoramiento hace pasar cosas por alto que si no estuviéramos en ese estado las veríamos diferentes y quizá no las aceptaríamos. Por ejemplo: la forma en que toma licor,  en que come, en que me habla, en que se viste, en que me trata, en la cantidad de televisión que ve, en su adicción al trabajo, como gasta el dinero, como trata a mi familia, la mayoría de ellas se conocen desde el noviazgo. Una vez que se termine ese estado se entra a una realidad que en la mayoría de los casos, si no hay una adecuada preparación, no le gusta a ninguno de los dos y desde luego se mira a la otra persona como una desconocida y aquí viene la pregunta ¿ME CASE YO CON ESA PERSONA? Creí que sería diferente. El AMOR NO ES UN SENTIMIENTO, pues el sentimiento es momentáneo y surge espontáneamente ante una acción exterior. En cambio lo que se requiere en el matrimonio es UNA DECISION la decisión de AMAR “A PESAR DE”, desde luego que este “a pesar de” no es  permitir agresiones físicas o psicológicas. Se trata de que a pesar de que es diferente a lo que yo hubiese deseado tomo la decisión de amarlo. Me encantaría que fuese más espontánea, que entrara más en relación con los desconocidos, que fuese más ahorrativa, que fuese más cariñoso, que demostrara su amor en público, que le interesara más 0 menos el futbol, que quisiera ir más donde mi mamá. A pesar de que no es como yo deseara le amo porque he tomado esa decisión. En el matrimonio la toma de la decisión de amar es constante. No se trata de que una vez  tomé esa decisión y se  mantendrá para siempre. Cada día debemos tomar una nueva decisión de amar porque cada día somos personas diferentes.
5.- En el matrimonio hay algo que no debe faltar y es lo que al parecer hace más falta y, desgraciadamente,  se ha trasladado ese mal de las relaciones entre las parejas y en el hogar mismo,  a las relaciones entre los países y por ello también a nivel de las relaciones entre los países estamos tan mal como lo está el matrimonio: EL DIALOGO,  LA COMUNICACIÓN. El diálogo y la comunicación profunda es la posibilidad que existe para que el matrimonio sea lo hermoso y duradero que el mundo requiere. Ese diálogo y esa comunicación no es cualquiera, debe ser sincera, profunda y permanente. Si nos comunicamos profundamente nos conoceremos profundamente y esto hará que el matrimonio se fortalezca. El diálogo incluye el manifestar cómo me siento a tu lado, cómo te veo hoy, que me gusta y que no me gusta de ti, que deseo de ti. Tener la apertura para decir por qué me siento de esta forma. Tener la madurez para que al compartir esos sentimientos y podamos asumir retos de cambio de actitudes y de patrones de comportamientos que quizá desde niño fueron impregnados en nuestro ser pero que son factibles cambiarlos por amor. Comunicarnos no implica solamente decirnos cosas bonitas. A veces la comunicación abierta y sincera nos puede llevar a tener PELEAS. Si,  a pelear. Las peleas son parte del matrimonio y depende de cómo peleemos permitiremos que el matrimonio crezca o lo destruyamos. No debemos olvidar algunos elementos en la pelea: que peleo con la persona que amo. Con la que comparto mi vida. Que el tema de la pelea debe ser uno. Ni dos ni tres, solamente uno. Que no debemos utilizar la pelea para atacar a la otra persona o para involucrar a otras personas (suegros, hijos, hermanos). Es una pelea del matrimonio, tuya y mía,  y por un asunto concreto de hoy, de ahora,  por lo que nada de cosas del pasado. Nada de ir a la cama sin acabar la pelea. Precisamente una pelea justa no buscará que alguno gane sino que ganemos los dos, que gane el matrimonio. Quizá la pelea sea el motivo para que podamos tener una comunicación mucho más profunda a través de nuestra relación genital, a través de eso que el mundo llama “hacer el amor”, pero que en realidad es una forma de manifestarnos el amor a través de la comunicación más bella y profunda que puede haber: el acto genital. Por eso esta experiencia de comunicación debe ser también algo sobre lo que debemos dialogar para conocer qué le gusta a mi pareja de qué manera pueda complacerla y también qué no le gusta y le incomoda. Apertura, diálogo, sinceridad, elementos esenciales para fortalecer el matrimonio.
6.- Las parejas no podemos considerar, independientemente de los años que tengamos de casados, que ya no sufriremos una separación o un divorcio. Algunas parejas han vivido su matrimonio bajo condiciones en  los que el diálogo y la comunicación han estado ausentes. Las peleas han sido destructivas y si no se habían separado o divorciado antes es simplemente por los hijos o por él que dirán, por guardar las apariencias. De tal manera que esperan a que no hayan hijos (porque se van a estudiar, porque se casan o desgraciadamente han muerto) o por un momento de valor y toman la decisión de separarse,  de divorciarse. Debemos cuidar nuestro matrimonio, nuestra relación.   La relación de pareja es muy diferente a la relación de padre e hijo o de madre e hijos. Es nuestra relación y debemos cultivarla a través del diálogo y la comunicación profunda. A veces alguno de los padres se entrega a los hijos con tal ahínco que se olvida de su pareja o también pueden entregarse al trabajo de tal forma que de igual forma se les olvida a quien tienen a su lado. A nuestra pareja debemos de darle su lugar, llegó primero y ese es el lugar que merece siempre: el primero.
Si logramos entender lo que es el matrimonio y lo que significa para nosotros como personas ya que en él nos realizamos plenamente si sabemos gracias a la formación llevarlo adelante, las noticias futuras sobre divorcios nos sorprenderían positivamente y desde luego nuestra sociedad tendría matrimonios estables y duraderos y también implicaría mucho más vivencia de valores y por ende menos antisociales, menos crímenes y menos inseguridad. Todo eso se podría lograr si fortalecemos el matrimonio. Que así sea.

José Luis Pacheco Murillo